Las personas no compran solo productos, compran emociones.
Compran historias con las que se sienten identificadas, personas que les inspiran confianza, y procesos que les hacen decir: “yo también quiero eso”.
Por eso, contar tu historia —sí, la tuya— puede ser tu herramienta de ventas más poderosa.
Tal vez piensas: “¿a quién le va a importar lo que yo viví?”
Pero alguien allá afuera necesita escuchar exactamente lo que tú has vivido para tomar acción.
Tu historia no tiene que ser dramática ni perfecta. Solo tiene que ser real.
Ejemplo:
Cuando cuentas tu antes y después, vendes esperanza. Y la esperanza vende más que cualquier descuento.
Cuando cuentas tu antes y después, vendes esperanza. Y la esperanza vende más que cualquier descuento.
No necesitas ser escritor ni experto en redes. Solo sigue esta estructura sencilla:
1. Punto de partida: ¿Cómo estabas antes?
2. Conflicto: ¿Qué te costaba trabajo? ¿Qué miedo tenías?
3. Decisión: ¿Qué hiciste para cambiarlo?
4. Resultado: ¿Cómo estás hoy? ¿Qué aprendiste?
5. Enseñanza o mensaje para tu audiencia.
💡 Consejo: No tengas miedo de repetir tu historia. Cada vez que la cuentas, inspiras a alguien nuevo.
Termina tu historia con una invitación:
“Por eso decidí crear este producto/servicio, para que más personas como yo puedan vivir esta transformación.”
“Si tú también estás pasando por esto, escríbeme. Quiero ayudarte como a mí me hubiera gustado que me ayudaran.”
Tu historia abre el corazón. Tu oferta cierra la venta.
Contar tu historia no solo es marketing. Es conectar, sanar, inspirar y transformar.
Porque detrás de cada venta hay una emoción. Y detrás de cada emoción, una historia.
¿Estás listo para contar la tuya?